Una mítica tarde en la Quebrada Verde

Aquella tarde fue como vivir un encuentro con seres mitológicos, que uno cree extintos: el yeti, la torcaza o las nutrias gigantes de lago. Mi maestro en el espíritu de la loma, un pastor de vacas y cabras (Canchita), pensaba en silencio que mi asombro era una exageración, ya que para él era una escena de la vida cotidiana. Es que no era posible pensar que sólo a 25 minutos de la monstruosa metrópoli en donde sobrevivo, entre poblaciones chichas y fábricas de cemento, se habían atrevido a seguir existiendo estos legendarios seres: las vizcachas. 

Canchita, mi maestro, me señaló con el dedo un bulbo de flor de amancaes semienterrado que se posaba sobre una gran piedra, parecía una cebollita. Estos bulbos que las vizcachas saben ubicar y roer con gran pericia son parte importante de su dieta en esta zona. Comprendí entonces cuán ligados estaban la flor de amancaes y las vizcachas, inmersos en el frágil ecosistema de las lomas costeras.

Mis sorpresas no habían terminado, Canchita estaba caminando y me llamó con la mano. El tenía un pequeño obsequio para mí. Se trataba de un mito, fruto algo rezagado en la temporada pero que era justo lo que necesitaba para coronar esta mítica tarde. He caminado durante tres temporadas por estas lomas y hasta ahora no había tenido la oportunidad de comer uno. Los pastores los desaparecen rápidamente, me pregunto si quedará alguno para las vizcachas? El mito es el fruto de un árbol, conocido como la papaya salvaje. Cuando está maduro es más dulce que la papaya y cuando está verde nos regala un sabroso jugo parecido al de la maracuyá.

Sentado en una piedra, rodeado de bulbos de flor de amancaes, mitos y con una vizcacha a la vista, entendí que estaba ante mí mismo, que todo aquello era un reflejo de mí y muchos otros que viven en estos tiempos. Del que tercamente está decidido a sobrevivir, que quiere hacer ver a los demás lo que es evidente, pero nadie ve. Que si dejamos de ser quienes somos para parecer otros, en vez de encontrar el éxito, estaremos sellando el fracaso en nuestro paso por esta tierra. Es ese estar cerca de nuestra propia naturaleza lo que nos hará supervivientes hasta en los tiempos más difíciles.

El programa Quebrada Verde pretende cuidar y preservar este pequeño trozo de naturaleza salvaje en las «Lomas de Pachacamac», manteniendo el alimento principal de las vizcachas: la flor de amancaes y los mitos. Los interesados en tener mayor información y colaborar con este objetivo pueden comunicarse con el Dr. George Schofield a través de la revista Peru-Spiegel.

George Schofield C.
Fotos: George Schofield y Erwin Dopf

 

Quebrada verde

Bulbo de la flor de amancaes

Flor de amancaes

Mito

Vizcacha

Quebrada verde

Flor de amancaes




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